Hoy vamos a examinar la jornada quinta de Don Álvaro o la Fuerza del Sino, y más particularmente
el satanismo de Don Álvaro y el de Don Alfonso que conducen al desenlace de la
obra.
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Representación de Satán, el antagonista por Gustave Doré |
En este momento de la obra,
Don Alvaro regresa a España y se refugia en un monasterio, situado junto a la
ermita donde se había refugiado Leonor. El último de los hijos del marqués, Don
Alfonso, lo encuentra tras haberlo buscado mucho tiempo. Éste vuelve a retar a Don Álvaro quien hace
todo lo posible por evitar el duelo. Alfonso ya conoce el verdadero origen de Don
Álvaro, lo cual no impide sus intenciones de matarlo. Al final Don
Álvaro le mata. Pero Leonor sale de su ermita al escuchar mucho alboroto y
cuando ve a su hermano, se abalanza sobre su cuerpo maltrecho, momento en el
cual Don Alfonso aprovecha para clavarle un puñal. Don Álvaro histérico, se da
cuenta de que su amada estaba viva y que justo cuando la ha vuelto a ver, la
han matado. Finalmente, Don Álvaro se quita la vida saltando del monte.
Para empezar podemos decir que en las
primeras escenas con el Hermano Melitón, ya se empieza a ver la personalidad
satánica de Don Álvaro: su origen dudoso (ya que en aquella época, la cuestión
de la pureza de sangre era una de las preocupaciones esenciales de la sociedad
española), su cambio de personalidad: Don Fadrique y ahora el Padre Rafael.
Con las palabras del Hermano Melitón, se ve también
un poco más claro la personalidad de Don Alfonso que no le gusta: “!Caramba!...
¡Qué raro gesto! Me da malísima espina y me huele a chamusquina”, “me parece un
mal hombre”, “un tono muy duro tiene”.
Eso anuncia lo que va a seguir.
Pero el satanismo se
concretiza con el encuentro de Don Alfonso con Don Alvaro.
El campo lexical del satanismo
en las escenas con Don Alvaro y Don Alfonso es omnipresente. Cada uno de los dos personajes
tienen sentimientos malos, los dos a su manera. Don Alfonso tiene una sed de
venganza: “De mi hermano y de mi padre me está pidiendo venganza en altas voces
la sangre” y Don Álvaro se atormenta creyendo ser una creación del diablo: “¡No,
no soy más que un réprobo, presa infeliz del demonio!”, “Yo soy un enviado del
infierno, soy el demonio exterminador…”
Hay también un contraste entre Dios y Demonio
en la personalidad de Don Álvaro lo que pone de relieve el satanismo del
personaje. En efecto Don Álvaro tomó la decisión de convertirse en hombre
religioso, muchas veces intenta calmar a Don Alfonso para que no haga combate. Al
principio Don Álvaro no pretende entrar en duelo con Don Alfonso pero este último le replica que su hermana ha
perdido el honor, entonces Don Álvaro pierde los estribos. Su pasión vuelve a
aparecer cuando se habla de Leonor lo que está en contracción con su voluntad
religiosa.
Así podemos ver la evolución de los personajes
desde el principio de la jornada hasta el final. Sus convicciones y su voluntad
de no hacer el duelo, sólo despierta el enojo de Don Alfonso que sigue con los
insultos (mulato “eres un mestizo, fruto de traiciones”…). Y poco a poco ambos
personajes se vuelven más satánicos: Don Álvaro enojándose con los insultos: “!
Muerte y exterminio! ¡Muerte para los dos!” “¿Eres monstruo del infierno,
prodigio de atrocidades?”, y Don Alfonso aumentando su deseo de venganza y de matarlo: “¿Yo dejaros sin ver vuestra
sangre impura vertida por esta espada que arde en mi mano desnuda?”, “ ¡oh
furia!”.
Se siente que los dos van hacia el infierno,
la situación se envenena.
El ambiente contribuye también a acentuar lo
oscuro, lo satánico de les escenas: “el
cielo lo representará el ponerse el sol de un día borrascoso, se irá
oscureciendo lentamente la escena y aumentándose los truenos y relámpagos”
Al final don Alfonso es herido y mata a su
hermana y Don Álvaro se suicida calificándose de “demonio exterminador”.
Para concluir, podemos decir que hay una cierta evolución
de los dos personajes en estas escenas de la jornada quinta. A lo largo de las
réplicas, el tono de voz se endurece, la naturaleza se vuelve oscura, el enojo
toma todo el espacio hasta terminar por la muerte de los tres personajes. El
satanismo de los dos personajes alcanza un nivel muy alto. Don Alfonso está de
pie sólo por su sed de venganza y Don Álvaro se considera él mismo como
producto del demonio.
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